miércoles, septiembre 23, 2009

(la otra)
Literatura Survival
Parte 1

Esos cuatro ¿qué ha habido?

Al terminar de redactar el post de hoy, me di cuenta que es como un capítulo de Los Simpson, donde los primeros 10 minutos comienza con una historia que nada tendrá que ver con su conclusión, ¡jejeje! En fin. Decir también que en este espacio ya tenía muchas ganas de escribir acerca de este tema, pero que por varios detalles lo mantenían en el tintero.

Bien, pues hace ya unas cuantas semanas tuve a bien disfrutar unas cortas vacaciones en casa, y en ese lapso de tiempo tuve la oportunidad, entre otras tantas cosas, de sentarme por fin a saborear varios libros que tenía pendientes de lectura.

El primero en disfrutar fue “I am Legend” de Richard Matheson del cual ya había visto (creo que al igual que muchos de ustedes) varias adaptaciones en celuloide como lo son: Last Man on Earth, con Vincent Price (1964), The Omega Man, con Charlton Heston (1971) y la más reciente y Homónima I am Legend con Will Smith (2007).

En segundo lugar engullí como náufrago “Cell” de Stephen King, otro más fue “The Road” de Cormac McCarthy, seguido de “The Day of the Triffids” de John Wyndham, además de “Lucifer´s Hammer” de Larry Niven y Jerry Pournelle, y por último, que no menos, el ya clásico de Daniel Defoe “Robinson Crusoe”.

Aún y cuando los escenarios, personajes y el gran etcétera en todos estos textos son completamente dispares, los argumentos de cada historia guardan una gran similitud, pues se relata cómo personas comunes y corrientes que súbitamente se les acaba el mundo tal cual lo conocían, tienen por consecuencia que arreglárselas para sortear los retos y amenazas que ponen en el tablón, y a cada respiro, su integridad física y mental en ese nuevo mundo que ven nacer ante sus ojos.

Después de haberme atragantado tan fabulosa selección, jeje! Gracias hermanito ZOMBI!!!, comencé a hacer la digestión mental de todo lo leído, sacando a conclusión la reflexión que ahora les intentaré compartir de la mejor manera que pueda.

Pero primero, estoy captando con mi detector de ondas infra-psíquicas unas cuantas preguntas que probablemente se estará haciendo mi lector número 3 con la mano en la barbilla y la ceja arqueada. Y dicen:

-“¿Acaso el chalado dueño de este blog me está tratando de decir que un relato de ficción puede enseñarnos algunos tips paso a paso de cómo sortear una situación de emergencia?”…
-…“A ver, a ver, El título de este post es Literatura Survival ¿pos ondestán los enlaces a los manuales gratis?”…
-… “¿Este cuate me está tratando de decir que los autores de esta selección de libros intentaron darnos una cátedra de supervivencia envuelta en una entretenida trama, siendo las amenazas tipos rabiosos/infectados por medio de un pulso...




...alienígenos...



...Asteroides borra-civilizaciones...



...o todo lo que implica estar en solitario en una isla perdida en el Caribe...


...o en un buen acondicionado búnker en una isla de metal y concreto?”…



Pues por mi parte, mí estimado lector número 3, las respuestas, exceptuando la de la pregunta número 2, son un rotundo SI.

Verá, la cosa discurre por esta vertiente: después de haber leído varios manuales, comprobar y practicar en campo las técnicas aprendidas y comprar el equipo que pensamos es el ideal para nuestra actividad, una cosa queda pendiente. ¿Sabremos qué hacer en caso de que una verdadera emergencia asome en nuestro camino? ¿Y si en un caso de emergencia resultamos heridos? ¿En solitario? ¿Si perdemos nuestro equipo? ¿Si necesitamos coordinar a un grupo de gente?

Todo esto está al margen de nuestro estado físico y el inventario material, pues las cuestiones fundamentales de este tema recién asoman:
-¿Estará nuestra mente a la altura de las circunstancias?
-¿Estará nuestra voluntad tan fuerte como una roca?
-¿Estarán nuestros sentidos (los 5 además del sentido común y el de humor) tan afilados como el mejor de los cuchillos?

Así como en los casos ficticios a los que hago alusión, en muchas situaciones reales que seguramente habremos leído o visto en algún noticiero, quienes sobrevivieron a una fuerte experiencia con la naturaleza o algún desastre creado por el hombre, fueron los que nunca arrojaron la toalla, los que siempre guardaban la esperanza de ser rescatados o encontrar la salida, siendo las más de las veces, la esperanza de ver a sus familias o seres queridos de nuevo, otras porque el mismo carácter de aquellas personas afloró al máximo para salir del aprieto en el que estaban, u otras los salvó una combinación de circunstancias en donde llamémosle “la suerte” estuvo de su lado gracias a su actitud para enfrentar la desgracia.

¡Vaya! que el tema del día de hoy en realidad es la psicología de la supervivencia, es la partecilla en donde ni un cerillo es tan útil como el hecho de estar centrado y calmo ante una situación donde predomina el caos, en una situación donde nuestro cerebro es la mejor herramienta.

No pretendo dar cátedra, puesto que hay bastante literatura de gente experta que cubre este rubro con sobrada maestría, sólo quiero dejar cubierto en este espacio este tema interesantísimo con mis percepciones, parafraseos y humildes puntos de vista. Dicho esto, adelante.

Bien, casi todos los manuales le dedican un capítulo a este tema (un tanto veloz a mi gusto, a menos que sea un manual militar) para dar paso al cómo hacer tal o cual cosa, y casi estoy seguro de que muchos de nosotros lo pasamos de largo o le damos una somera revisión .

La supervivencia, viene a ser, parafraseando el manual de la milicia americana, una “disciplina” de cara a nosotros mismos, en donde el autocontrol determina un vasto porcentaje de nuestra capacidad para salir airoso de una emergencia.

Para eso se nos ha hablado ya (y mucho) del control sobre el miedo y el pánico, un aliado el primero y nuestro peor enemigo el segundo, pero la cosa no es tan “blanco y negro”. Existen en una situación de emergencia, varios factores que juegan un rol importante en nuestra salud mental y que influirán en nuestro desempeño físico, en nuestra toma de decisiones y/o nuestro estado de ánimo en general. Muchos de estos factores son silenciosos y de efecto retardado, pero nunca dejan de avanzar, de crecer ni pierden la oportunidad de filtrarse bajo cualquier provocación.

En gran medida, el agente que abre la caja de Pandora en una situación adversa es el dichoso estrés, y bueno, no nos vamos más lejos, imagínense un día cualesquiera sacados de su ya dominada rutina para enfrentar todo un nuevo panorama. No es que se hayan perdido en la espesura del bosque, o en las agobiantes y minimalistas vistas de un paisaje desértico, sino que la sacudida a nuestra psique proviene en la falta de control sobre la situación y la aparente pérdida de comodidades a la que estamos acostumbrados (máxime si somos todos unos urbanitas).

Eso, el estrés dispara rápidamente la necesidad de confort y la apatía. Como estamos tan acostumbrados a obtener nuestra comida del refrigerador, si tenemos frío encendemos el calefactor, dormimos en un mullido y cómodo colchón con calentitas frazadas, en un ambiente íntimo y privado ¿cómo demonios no vamos a ver sacudida nuestra necesidad de comodidad en una situación límite? Creo que aquí debe comenzar el cambio en nuestro sistema de valores y la percepción de nuestra realidad, ya que si nos resistimos a la idea de dormir a la intemperie, con frío, con hambre, con calor, en penumbras, húmedos o cansados, más habremos de sentirnos miserables y desamparados.

Como sea y fuere, la necesidad de confort se puede subsanar aplicando algunas técnicas básicas para procurarnos lo indispensable (fuego, agua, refugio, comida) pero hay que anotar muy bien este pequeño detalle: el confort como tal deberá figurar en segundo plano, pues conservar la vida misma deberá ser nuestra única prioridad. La apatía es un poco de lo mismo, el hecho de no tener herramientas, de no conocer el entorno, de ver que estamos indefensos, puede dejarnos a la deriva y a la primera de cambios sucumbir en derrota a cualquier intento de mejorar nuestra situación.

Luego, cuando hemos intentado tomar las decisiones correctas y por desgracia se tiene la percepción de terminar peor de lo que se estaba, comienza a asomar la frustración, y ojo, aquí es donde se cae en un círculo vicioso y autodestructivo ¿por qué? pues porque al no palpar los resultados que pensábamos obtener, gracias a que existen ciertos obstáculos bloqueando nuestras metas, la cosa ya no versa en llegar a dicho objetivo, sino se vuelve toda una lucha contra los obstáculos mismos y se pierde poco a poco el verdadero motivo de nuestros esfuerzos, gastando valiosa energía y poniendo en riesgo, incluso, nuestra integridad física.

En esta espiral de mermas y gracias al estrés, también se encuentran aspectos que derivan directamente en el detrimento de nuestro desempeño físico, tales como la fatiga y la privación del sueño. Sin el descanso adecuado, las reservas energéticas de nuestro cuerpo se pierden exponencialmente, aún y cuando se tuviera una meta realista que nos asegurara salir airosos de la situación de emergencia. Definitivamente, el descanso es uno de los mejores aliados que tenemos. Debemos por lo tanto evitar jornadas extenuantes, esfuerzos que puedan rebasar nuestras capacidades o tareas que puede dejarnos imposibilitados físicamente para seguir adelante en caso de que una amenaza grave e inminente se nos eche de súbito encima. ¿Qué les parecería después de un par de días sin dormir y poco menos caminando una ruta escarpada para terminar huyendo de animales salvajes, o cargar a un compañero que de repente se ha esguinzado/roto un pie, o terminar tan cansados una jornada que, a pesar de las inclemencias del tiempo, se nos haga imposible juntar leña para encender una fogata y procurarnos cobijo?

Por lo pronto, y ya viendo que esto ha sido mucho rollo, dejaremos esta info así, pues aún queda bastante jugo que exprimir en este tema, lo cual será en la próxima entrega.

Pasen ustedes muy buen día.

Garrison

* Imagenes cortesía de CORBIS