jueves, febrero 17, 2011

Bitácora Hyperboreana presenta:

Consulta con el Dr. Prepper . "Help Me Dr. Prepper, You´re My Only Hope"

Parte 1

¿Que hay mis estimados? Una vez más aquí con ustedes. Hará poco más de un par de semanas ya andaba buscando un terrenito para el proyecto de granjita autosuficiente del que anteriormente les había comentado y ¡Zaz! cabañita evil dead se quedará otra vez en el tintero por lo menos un buen rato más. Ni hablar. En esta ocasión les tengo una pequeña historia que contar adelantándome al “especial de halloween” de este año, jeje!. Género: Survival horror.

Lo vivido en pasados días ha dejado grandes lecciones y por supuesto, encargado enormes proyectos para su servidor, proyectos que no había tomado en cuenta, pero que al ver lo alto que escaló la emergencia vivida, no queda de otra más que hacer hueco en el presupuesto familiar e invertir en ellos.

Vaya, pues esto comienza el miércoles 2 del presente, por la tarde-noche se había dejado sentir un frío demasiado fresco y rachas de viento muy fuertes, en la tele, los noticieros habían pronosticado nieve y agua nieve en mayor parte del territorio Estatal, y el comentario –dicho sea de paso- no fue muy extenso. Una notificación proporcionada por la secretaría de protección civil hizo un llamamiento al público para informar que se suspenderían clases por el inminente temporal y poco más. Pues todo en orden, apaga y duérmete.

Jueves 3

Cómo me he acordado de haber acuñado el terminajo “jueves zombi” jajaja, esas bromillas del “destino”. Me despierto como a eso de las 2 de la mañana, recuerdo haber escuchado entre sueños un chasquido, algo así como el eco de un “clic clack” rápido, como es lo habitual en nuestros hogares las estructuras truenan, crujen y se asientan, nada anormal digamos. Bajo las escaleras titiritando de frío y tomo un sorbo de agua en la cocina, doy una revisión rápida a la pieza y parto escaleras arriba. De vuelta a mi habitación reviso a mis niños y duermen como troncos. Se me ocurre asomarme a través de la persiana y veo un espectáculo de plumas de nieve cayendo copiosamente. “¡vaya! –pensé para mis adentros- ahora si que el tipo del meteorológico ha acertado” vuelvo a la cama y me dispongo a encender el televisor para conciliar el sueño. Veo que el pequeño led rojo del indicador stand by no está encendido, y caigo en cuenta que en ningún momento utilicé la luz para navegar dentro de la casa. Me levanto de un brinco y –clic- al contacto de la pared y nada pasa, bueno –pensé- por la mañana volverá, me vuelvo a recostar y caigo en brazos de Morfeo sin batallar.

Lo que pintaba para un agradable día de nieve, fue deformando en una pesadilla blanca a más no poder. Aquí salí con la cámara al barrio hyperboreano para registrar la bonita capa de nieve que había dejado la tormenta en la madrugada.




Jueves 3 – 7:30 a.m.

Mi pequeño osito me despierta como es habitual de un brinco en mi panza, es hora de hacerle sitio en la cama y se queda acurrucado junto a mí. Detecto en su piecitos un frío de témpano y me levanto como rayo a encender el gas para el calefactor. Batallo enormemente, después de innumerables intentos y por fin la llama se estabiliza. Mi costilla es despertada por el alboroto y la secunda mi niña, ambas reclaman al unísono el intenso frío que se siente en la casa y decido encender también el calefactor de la planta baja, la misma historia. Casi me cargo el piezoeléctrico con tantos intentos, trato de encender algunas velas y los cerillos se apagan de inmediato, la humedad en el ambiente era extrema. Siendo la hora que es me apuro para alistarme e irme a trabajar, me visto rápido mientras apuro una taza de café que mitiga un poquito la baja y casi subpolar temperatura. Al abordar mi auto, ¡Sorpresa! La batería se había descargado. Tras muchos intentos de no lograr arrancarlo, le pido su auto a mi costilla y éste por arte de magia, y a pesar que es años más viejo que el mío, logra encender a la primera. Otra bromita del destino. Ya casi me disponía a partir y suena mi teléfono, es un compañero de trabajo que me advierte que la carretera está congelada y ha habido muchos accidentes, me tranquiliza el saber que mi jefa tampoco logra salir de su fraccionamiento y me da el día libre.

Vuelvo a entrar a la casa y se escucha un gran silencio, subo y encuentro a todos debajo de las frazadas. "Se ha acabado el agua" - me dice mi esposa - "no tenemos luz y los calefactores se están apagando". Como si fuera una película de desastres aéreos vemos como el “motor número 1” comienza a estarear hasta apagarse, el número dos muere irremediablemente un par de minutos después. ¡Vaya! Temperaturas récord bajo cero, Sin agua, sin luz, sin gas, sólo falta que el infierno se haya quedado sin lugar y los muertos comiencen a deambular por la calle. Ya casi me parecía que me asomaba a mi jardín y allí estaban esos malditos. Mi esposa e hijos se echan a reír con cierto nerviosismo pues lo anterior lo pensé en voz alta.

Ni modo, a llevar a llenar los cilindros. Me muevo despacio entre las calles ya que, en efecto, se han vuelto peligrosas pistas de hielo y veo a lo lejos varios motoristas intentando hacer las maniobras usuales pero con el agravante de las derrapadas y giros inesperados, yo mantengo mi distancia y llego a la gasera. Apesadumbrado, veo cómo a 50-60 personas más se les ha ocurrido lo mismo, pero han ido más temprano, así que resignadamente me veo en la obligación de hacer fila. Ya en la línea me entero por medio de las personas más platicadoras (que nunca han de faltar) que la noche anterior las temperaturas habían llegado a la cota de los -12 grados centígrados y cuya sensación térmica casi doblaba esa marca.

Las personas que habían llegado primero ya estaban desesperadas pues las bombas estaban detenidas, un tipo de la empresa salió a dar la cara y nos informó que al no haber energía eléctrica, las bombas no iban a funcionar, el descontento no se hizo esperar y hubo personas que ya habían registrado el área a unos cuantos kilómetros a la redonda y que la situación era la misma en otras sucursales. Terminaron allí pues las condiciones de manejo tarde o temprano les iban a acarrear ser partícipes de algún accidente. Con pesadumbre me propuse aguantar una media hora más, con la esperanza de que en ese tiempo volviera el suministro eléctrico e irme a casa con mis cilindros llenos. No fue así, se llegó la hora y tuve que partir a la “calidez“ de mi hogar. Gracias a la radio me di cuenta que la ciudad entera estaba en caos por la gran demanda de combustible esto agravado por el hecho de no tener suministro eléctrico que hicieran funcionar su maquinaria, así que las pocas gaseras que si contaban con electricidad, estaban abarrotadas y pronto sufrieron escasez.

Al volver el panorama era de lo más desalentador. Todos estamos acostumbrados a ir a nuestro hogar y protegernos de la intemperie, pues aquí era una garantía nula, tal vez dentro de las paredes de mi casa estaba más frío que afuera, fueron muy duras esas interminables horas, más que nada para los niños, pues yo como sea me aguanto y ya. Un rayito de luz se vislumbró como a eso de las 7 de la tarde, cuando regresó la energía eléctrica después de varias horas de salidas en falso a lo largo del día (volvía un par de minutos y se iba varias horas) luego, llegó el agua también por un momento y fue donde pusimos manos a la obra. Hicimos un poco de aseo del hogar, y en el ínter, acondicionamos un gran cesto de por lo menos unos 100 litros de capacidad como cisterna, vaciamos los sanitarios, que para entonces ya estaban cediendo a la “presión” y pudimos abastecernos de agua para beber. Gracias a la vuelta de la electricidad conseguí con mi padre un pequeño calefactor eléctrico, fue el que nos dio un gran servicio la mayor parte de la noche, ya que la historia se repitió en la madrugada del viernes, cuando un segundo corte eléctrico masivo se hizo presente de nuevo.

Viernes 4

El viernes me dispuse a irme a trabajar, las condiciones de la carretera habían cedido a su peligrosidad y era relativamente seguro transitarla. Mi suegro se encargó de abastecernos de gas, el cual llegó temprano en la mañana, no sin haber batallado previamente con la escasez que imperaba. Más tranquilos fuimos amoldándonos lentamente al día, según el weather channel, ese día las temperaturas bajaron aún más, llegando a los -17 grados y sensaciones térmicas aún más bajas, rozando los veintitantos-casi-treinta grados bajo cero. Ese día llegó otro caos, las instalaciones hidráulicas de por lo menos el 80% de mi ciudad tronaron al no soportar tan bajas temperaturas. Yo me congratulo por haber sido parte del 20% restante, ya que en mi casa el agua no volvió y no había con qué llenar las tuberías, así es que como dice el adagio "no hay mal que por bien no venga".

Como siempre sucede con la naturaleza humana, joder al prójimo es consigna, así que a partir de ese día, negocios ferreteros y plomeros hicieron y siguen haciendo su agosto cobrando lo que les place por las refacciones y composturas. Al dispararse la demanda de piezas de reparación, terminaron por agotarse en pocas horas y muchos hogares tuvieron que quedarse con sendos boquetes en sus paredes en pos de encontrar el origen del chorro de agua que entraba con gran fuerza a su sala de estar o alguna habitación. En verdad, la ciudad fue en pocas horas un verdadero pandemonium. Las autoridades no daban pie con bola, que si fue culpa de la comisión federal de electricidad, que si fue culpa del organismo operador de agua y saneamiento de la ciudad, que si fue el desabasto de combustible, que si esto o aquello. Y los desabastos de energía eléctrica, de gas, de agua, de piezas de repuesto siguieron, eso sin contar los abusos de los plomeros y “técnicos” especializados, etc. etc.

Sábado 5

Para el sábado, la temperatura daba un respiro a la ciudad y ya se podían disfrutar un poco de grados por encima del cero. En el plano general todo seguía su curso colina abajo y sin frenos directo a la mierda, al final del día pudimos disfrutar de un restablecimiento de la energía eléctrica al completo, pero sin agua la vida se vuelve poco a poco miserable, así que decidí que si la montaña no venía a nosotros, nosotros iríamos a ella, tomé a mi familia y fuimos a alquilar una habitación en un hotel, para podernos asear, lo único que pudimos encontrar en la maraña de desajustes en las instalaciones hidráulicas de medio Chihuahua fue un motelito, el más decente a la vista y sin desperfectos, así que pudimos disfrutar de una levantada de moral tibiecita y perfumada.

Domingo 6

Todo volvía poco a poco a la normalidad, los servicios de agua y electricidad se reestablecían de manera sólida, la dotación de combustible con la que contábamos para calefaccionarnos duraría fácilmente varios días rebasando la racha de mal tiempo que imperaba en la región, así que ese frente también estaba relativamente cubierto. Llegó un momento en que dependíamos ya menos de los artilugios de emergencia del hogar (que les daré una revisada más delante) y las jornadas pasaban ya sin tanto estrés e inseguridad.

Mi esposa y yo recapacitábamos en la gran lección y paliza que nos había puesto la naturaleza (del planeta y la humana, claro) así es que comenzamos poco a poco a esbozar un plan de contingencia para poder, en lo posible, ajustarnos a esas emergencias, que si bien el clima no se había presentado así en más de treinta años, nada decía que no volvería a pasar, o que el sofocante calor que podemos anticipar para verano tampoco vaya a crear estragos en la -nada robusta- infraestructura de provedurías de empresas gubernamentales y privadas en las que tenemos descansada -malamente- nuestra confianza.

De ahí hemos sacado algunas conclusiones que compartiré en mis siguientes entradas como parte de esta sección del Dr. Prepper, ya que van demasiado a juego. Podrán llamarlo preparación urbana, pues son proyectos que atañen la primera y quizás única "base de defensa" que es nuestro hogar. Espero pronto estar posteando esto, entre tanto, les deseo una excelente jornada.

Un abrazo a tod@s!

Garrison


La advertencia del osito es irrefutable, "Papá: ´ai venen lo zombizzz"

martes, febrero 08, 2011


¡¿Con quién $%&/)(/!*^ me quejo?!

¿Que hay mis estimados lectores? en esta ocasión abro post con esta iracunda pregunta, dado que hay poca o nula atención por parte de las autoridades (sic) de mi ciudad (cualquiera que le corresponda) en un asunto que he estado contemplando con impotencia y enojo.

Se trata de la quema vandálica de los montes aledaños a la mancha urbana. El año pasado, los amigos anónimos del club de piro-puti-maniacos tuvieron mucha faena, ya que acabaron quemando la mayoría de las crestas de los cerros que bordean el lado occidental de mi ciudad, poniendo en riesgo los asentamientos urbanos que los colindan. Este año, parece que la meta ha sido cargarse también la sierrita que flanquea el lado oriental ¡y vaya que han empezado temprano!

En una de mis pocas visitas al “pequeño coloso” –cerro en cuyas faldas está asentado el fraccionamiento de la antigua base hyperboreana- pude constatar la variedad de vida silvestre que hay, y que dado a las nuevas urbanizaciones, éstas especies van cediendo el terreno en pos del “bienestar humano”. En aquellos ascensos tuve oportunidad de observar distintas aves, pequeños mamíferos, insectos y plantas que conforman este peculiar hábitat que quedó atrapado entre lo silvestre y lo urbano. Es muy común que los montes en estas épocas del año se vistan de un traje ámbar, producto de los arbustos y sacates secos, y pareciera que es un paisaje desértico en toda forma, nada más equivocado que eso.

Nada menos, en el pequeño coloso tuve oportunidad de ser observado por un afanoso perrito de pradera, que llevaba para colmo, como en aquella ocasión denunciaba, una buena dotación de basura para su madriguera, desperdicios que quizás sustituyen algún elemento de su dieta.

Pues nada, el pasado sábado llegué a la base de noche, notando un resplandor muy espectacular en el horizonte, tuve oportunidad de tomar varias instantáneas para documentar el hecho, pero mi cámara desgraciadamente no es todo lo profesional que yo quisiera, así que rescatando la que “menos peor” quedó, les comparto este lamentable divertimento ajeno.

Aquí la comparativa en la vista nocturna, y cómo al siguiente día, como a eso de las 3-4 de la tarde aún seguía ardiendo el monte, ya que se podía divisar una gran columna de humo blanquecino saliendo de uno de sus costados.

Con mi cámara en el modo "Night Vision de Petatiux" se puede apreciar la corona de fuego que despedía uno de los cerros siniestrados. Apenas el sábado el clima nos daba un respiro con las bajas temperaturas y "los niños" salieron de su encierro invernal para divertirse un rato. Lástima que la foto no hace justicia a la gran extensión que se estaba consumiendo por las llamas.


Acá están las fotos diurnas, tomando como referencia las ventanas que se aprecian en el extremo inferior derecho del encuadre, puede divisarse la porción del cerro que en la noche estaba en llamas, dejando ver en la luz del día toda la cima calcinada de esa pequeña cordillera, y por lo que denota el humo, aún en llamas en su costado norte.




Lo que me queda claro es que -la boca se me haga chicharrón- nuestros diputadazos no tardan en aprobar una cómoda restricción para realizar fogatas en lugares silvestres o mediante sitios "exclusivamente autorizados". Por desgracia, parece ser que una vez más unos pocos deciden la suerte y el desarrollo de las actividades que tanto nos gustan a muchos.

Bien, sin muchas esperanzas de que esto prospere y tristemente pase de una anécdota, les deseo un excelente día.


Garrison

viernes, febrero 04, 2011