viernes, noviembre 13, 2009


(la otra)
Literatura Survival
Parte II

Esos cuatro ¿qué ha habido?

Bien, después de haber hecho una larga pausa, espero lograr concluir esta segunda y última parte con una reflexión lo suficientemente decente jeje. Como bien descubrimos, el asunto que tratamos desde la primer entrega fue la “psicología de la supervivencia”, etiqueta puesta libremente por este su servidor sin otro afán más que el de desmenuzar desenfadadamente algunas características que integran la dinámica física y mental del individuo que se encuentra bajo una situación límite. Recordando dichas características, podemos enumerar el miedo, el pánico, el estrés y sus variantes como son la angustia ante la aparente pérdida de confort, la apatía y el primer rasgo físico que salió a flote representado por la fatiga.

Con esto estamos de acuerdo en una cosa, las aflicciones a las que nos enfrentamos son en gran parte disparadas por mecanismos psicológicos, nada más y nada menos. Nuestro enemigo no es propiamente el entorno o escenario de la catástrofe, sino que habita dentro de uno mismo y toma forma de emociones, estando a la espera de que demos ese paso en falso.


Dado a que todos vemos la realidad según los propios bagajes cognitivos, es decir, según la carga de nuestras experiencias y percepciones que nos hacen reaccionar de tal o cual manera ante ciertas situaciones o estímulos, cada quien atajará la dificultad apoyado en esa carga perceptual "pre-programada". Para algunos la falta de control sobre la situación les hará mella, a otros el sentirse desprotegidos sin la bendita tecnología y los infinitos trebejos que “necesitamos” diariamente, otros más harán lo propio sin una figura de autoridad que les garantice su salvación, otros, se creerán los "machos alfa" de la manada, los invadirá el sentimiento de ser invencibles y terminarán arriesgando el pellejo por méritos "heróicos", y así nos podemos seguir ad-infinitum pues como bien dice el dicho: “cada cabeza es un mundo”.

Por lo tanto, la tarea en la que podemos trabajar a diario es conociendo nuestros límites, deficiencias y rasgos que conforman el lado oscuro de nuestro carácter o personalidad y por consiguiente, descubrir las reacciones emocionales a cada una de las situaciones adversas a las que nos enfrentamos. Si entendiéramos las reacciones de nuestra mente y cuerpo tan bien como conocemos el funcionamiento de un firesteel o una brújula, tendremos allanado un gran tramo del terreno escabroso que nos ofrece una experiencia traumática.

Ahora, sentémonos un momento y pensemos en las situaciones desagradables que nos hayan sucedido en el pasado lejano y no tan lejano (lo que sea, desde encontrar en la mañana nuestro auto con una llanta ponchada, hasta ser víctimas de un episodio criminal)


- Viendo en retrospectiva los acontecimientos, ¿cómo hemos reaccionado?

- ¿Fue justificada, o en verdad, bajo el desarrollo de los acontecimientos, fue innecesaria o exagerada nuestra reacción?

- ¿Qué emociones fueron las que nos asaltaron en primera instancia? escoja:
*Miedo
*Temeridad
*Valentía
*Ansiedad
*Pánico
*Odio
*Resentimiento
*Enojo
*Impaciencia
*Dependencia
*Soledad
*Tedio
*Desesperanza

- ¿Cuánto nos tomó en salir del shock inicial y comenzar a planificar una estrategia coherente?

- Bajo el auspicio de esas reacciones y emociones ¿logramos mejorar la situación o sólo la empeoramos?

- ¿Qué factor fue determinante para el positivo desenlace de tal situación?

Si ponemos un poco los pies en la tierra y contestamos estas preguntas con la suficiente frialdad y objetividad, creo que podemos ir trazando un perfil de lo que podemos esperar de nosotros en una situación límite, al mismo tiempo, bajo ese diagnóstico, detectaremos las ventanas de oportunidad y los puntos de mejora para tratar de controlar esas emociones que resultaron en detrimento de la situación. También cabría hacernos un examen de cómo anda al día de hoy nuestra auto-estima, nuestros valores morales, hacerle auditoria a la educación que hemos heredado de nuestros padres, familiares y grupo social al que pertenecemos, qué tipo de apegos nos encadenan al igual que nuestros vicios y/o manías. Por increíble que parezca, cada uno de esos factores también son determinantes en la manera que enfrentaremos alguna dificultad tanto de grande, como de pequeña magnitud.

De la misma forma, y hacemos un paréntesis para no dejar de lado este punto, estar preparado para una situación límite incluye, por supuesto a nuestro estado físico. No es indispensable prepararse para ser un campeón de pruebas tipo “IronMan”, sino estar concientes de que nuestro cuerpo es la herramienta que va engranada a nuestra mente. Cuidando nuestra alimentación y ejercitándonos diariamente en los aspectos de resistencia, elasticidad y fuerza nos prepararán tanto a tener una mejor calidad de vida como para sortear con sobrada ventaja una eventualidad.


Por útimo, voy a recurrir a la antigua técnica del fusil y reproduciré un conocido acróstico que por su sencillez y contundencia, explica magistralmente qué es lo que debemos/podemos hacer en caso de que nos encontremos en el lugar equivocado, a la hora equivocada.
Este acróstico desmenuza la palabra inglesa STOP (deténgase, pérese ´ai, sereno moreno, etc. etc.) y significa simplemente eso, ver las cosas en calma, detenerse en el acto para pensar con claridad y poder funcionar con eficiencia y eficacia, y la cosa dice algo como esto:

STOP
¡No tenga miedo!
SIÉNTESE si es posible. Cálmese. Lo que pasó, ya pasó y no se puede arreglar. Ud., está en una situación de supervivencia y esto necesita…

PENSAR (aqui iba la T de Think, jeje) – Piense primero. Muévase con prudencia. No haga nada sin pensarlo primero, incluso moverse. Conserve la energía.

OBSERVAR – Mire alrededor. Evalúe su situación y opciones. Acumule suministros, equipo, combustible, agua, refugios y protecciones, etc. Y las capacidades de sus compañeros.

PLANIFICAR – Priorice sus necesidades inmediatas y desarrolle un plan para enfrentarse sistemáticamente a las emergencias.

PRIORIDADES:
1. Cuidados Médicos
2. Refugio y Fuego
3. Comunicaciones y señales
4. Agua y comida
...y parafraseando una máxima que me gustó mucho de nuestro amigo el último cazador de monstruos, el gran Toñazo Paramilitar: Habrá que prepararse e improvisar por igual, después de todo, uno nunca sabe...
Bien, pues hasta aquí llegamos con este tema, consciente de que da para más, lo dejamos aquí, sin tanto "reborujo". Espero que de estos desvaríos hayan sacado algo de utilidad, me doy por bien servido que por lo menos los hayan entendido, jejejejejeje!
Que estén bien mis estimados cuatro, nos vemos en la próxima entrega.´
Garrison

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